lunes, 20 de junio de 2011

Mönchengladbach, teatro callejero.



Al fin llegó el momento. Los días de representación. El fin de semana entero se lo hemos dedicado al festival de teatro callejero de Mönchengladbach, aunque no es lo único que he hecho durante estas dos últimas semanas con el blog olvidado.

Ha sido una semana movida en todos los sentidos. He hecho mi segundo examen de alemán, del cual he salido con muy buena impresión. Con éste examen hecho ya consigo el certificado de haber superado el nivel A1 de alemán, pero aún me faltan dos más antes de terminar el semestre para obtener el certificado de A2, así que ahora es el momento de ponerse manos a la obra.

Además, como parte de la exposición de deportes de la universidad, hicimos una exhibición con el grupo de taekwondo y así pudo todo el mundo ver cómo no exagero cuando digo que los entrenamientos son muy duros, Pietro ahora me mira con admiración y Justina me ha prometido que no volverá a llamarme “Marikita” ya era hora de que se me respetara en este pueblo.

Y llegó el fin de semana. El viernes cogimos un tren en dirección a un lugar con un nombre impronunciable, fuimos directamente al lugar donde acampamos, con dos tiendas enormes al estilo pabellón preparadas con comida, bebida, y todo lo que pudiéramos necesitar, con un polideportivo al lado con baños y duchas, una pista de baloncesto y unas tablas con ruedas súper divertidas. La primera noche fue sólo para hacer piña, cenar pizza, hablar un poco acerca de los planes para el día siguiente y descansar.

A la mañana siguiente empieza el zafarrancho. Llegamos al centro de la ciudad, desayunamos todos juntos (todo corría a cuenta del ayuntamiento) nos preparamos y empieza la función. Cada uno en su papel cruzamos las calles más importantes del casco antiguo para atraer cada vez a más gente hacia el lugar donde se haría la escena final. Un soldado, un pastor, bailarinas, lavanderas, princesas, damas, sirvientes y doncellas. Un cazador, una monja y un sacerdote, una pareja de ladrones, curanderas y una tabernera, un pícaro y un servidor, un mercader de ropa musulmán recién llegado de Granada con apenas idea de hablar Alemán pero loco por endosarle a cualquiera un trozo de tela por unas monedas de oro (de chocolate, claro está). Mientras flirteaba con la hija del alcalde y con su sirvienta ya de paso, e intentaba mantenerme lejos del hacha del guardia y de los ladrones.

Y como la escena final era una ejecución, pues hacía falta un cabeza de turco, que en este caso era cabeza de granadino. Acusado de haber secuestrado a Anabel, que no es otra que la oveja del pastor. Todo para que se descubra que el Alcalde es infiel con una de las doncellas, que la monja espera un hijo del sacerdote, que los ladrones robaron la corona de la princesa y que íbamos a terminar todos en el cadalso justo cuando aparece la dichosa oveja.

Por supuesto todo, excepto los torpes intentos de Al-maini (también conocido como Chori) de hacerse entender en español, era en alemán, por lo que para mí se convierte en una experiencia totalmente nueva.

Entre el sábado y el domingo hicimos un total de cinco pases, y durante todo el fin de semana comimos y cenamos como estrellas invitadas en un festival. Todo gratis hasta coger un tren para estar de vuelta en Bielefeld a las siete y media.

En realidad se trataba de un certamen, cada grupo podía ser votado por los espectadores y el ganador se llevaba 500 euros como premio. Había grupos bastante buenos. Clowns, espectáculos con marionetas gigantes, zancudos, un entremés cómico organizado por nuestros propios profesores… pero los que más les gustaron al público fueron…


¡Nosotros! Nos enteramos en el

camino de vuelta, ¡habíamos ganado 500 euros! Así que el día siete nos iremos a celebrarlo por todo lo alto con una cena para todo el grupo (unas 30 personas).

Y con esto se culminaba un fin de semana perfecto, en el que llovía sólo cuando no teníamos que actuar y en el que he conocido mucho mejor a este grupo de gente tan peculiar que forman el taller de teatro de la universidad de Bielefeld.

Por lo visto hay millones de fotos, aunque yo sólo he podido subir las de mi cámara, y está en proceso un documental a cerca del fin de semana y de todo el trabajo que lo ha rodeado.

Estas son el tipo de cosas

que le dejan a uno un buen sabor de boca, y de esta

manera muy contento y feliz uno puede decir…

Tschüss!







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