Para mí, unas vacaciones
no son unas vacaciones si no incluyen viajes, mochilas, caminatas e
improvisación, mucha improvisación.
Para empezar nos metemos
en un autobús a las siete de la mañana después de haber alternado la noche
anterior en Budapest, dirección a Viena, a casa de Lena, una chica estupenda
que conocí el último san Juan en Málaga (austriaca por supuesto) y que nos
acogió (a mí primero y a mis compañeras de viaje después) que, ¡sorpresa! Tiene
una foto tamaño póster de esos días en Maro colgada en su cuarto (que ilusión
que me hizo) y así, con mucha atención nos
dio de cenar y donde dormir después de visitar la ciudad de sissí. Capital del
imperio Austro- Húngaro durante muchos años que aún mantiene ese porte de
palacio-tamaño-ciudad y unas impecables maneras, ciudad impoluta llena de carruajes
y grandes plazas con edificios de piedra blanca.
Visitamos el palacio de
invierno, el de verano, el de los domingos y el de después de comer (dato
curioso, uno de los edificios más importantes del centro histórico es ahora la
biblioteca nacional) y aunque nos llovió de lo lindo, disfrutamos la visita
hasta que nos dolieron los pies.
Y después, de nuevo al
bus a hacer kilómetros rumbo noroeste a Praga, como apunte decir que el bus,
además de barato, es el más cómodo en el que he viajado, tenía pantallas individuales
con un menú enorme de películas para ver en checo y en inglés (yo elegí inglés
por eso de la versión original, obviamente) y un azafato que venía cada hora a
ofrecernos chocolate caliente y café. Pero lo mejor de todo… ¡tenía baño!
Imaginad si llovió, que
el río estaba desbordado y el ejército checo tuvo que movilizarse para
construir muros de contención para frenar el agua. Esto ha ocurrido en
República checa, Eslovaquia, Austria, Hungría y el sur de Alemania. Pero esta
gente estaba bien preparada después de las inundaciones de 2002. Esto pasa en
Málaga, y se arruinarían todos los comercios menos el de los hidropedales.
En
Praga nos quedamos en casa de Katka, una de las participantes que vino al curso
de comunicación, artista circense y profesora de artes circenses con una ONG,
con un pasote de casa y mucha hospitalidad.
Y como lo del síndrome
post-vacacional es para perdedores, aquí llegamos de las vacaciones y nos
ponemos a trabajar y a recoger votos por los institutos de la zona para un
proyecto de egyesek para el año que viene, ¡a ver si hay suerte!
La próxima parada, el
campamento de voluntariado, seremos unos treinta voluntarios durante tres
semanas para trabajar en las tanodas de cinco pueblos diferentes de la zona,
con un acto municipal incluido y todo, es la actividad más importante de estos
seis meses, así que nos esperan un par de semanas intensas de preparación, y
después… ¡Vacaciones de nuevo!
Y sin más, me despido
deseándoos una feliz entrada del verano, que ya está al llegar.
Un abrazo enorme y… ¡Sziastok!
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