martes, 8 de enero de 2013

Navidades en el exilio


Del 24 de diciembre al 6 de enero hay un período que muchos odian, a otros les encanta y otros tantos ven con ojos indiferentes, a la navidad se le llama de todo: falsedad, ilusión, magia, consumismo, hipocresía, inocencia, amor, reencuentro… pero en realidad, desde mi punto de vista, la única palabra que puedo asociar ahora mismo con la navidad es “familia”.
Porque una calle llena de luces, música navideña, todo rojo, blanco y verde, árboles y demás, no tienen ningún sentido si no tienes a los tuyos cerca. No importa cuántos regalos compres, o cuánto dinero te gastes, porque lo importante no es lo que compras, sino para quién lo compras, o lo que cenes esa noche, sino con quién lo cenes.
Y es grande el desamparo que siente un español en Londres el día seis de enero. Aquí no hay niños en los parques estrenando sus coches teledirigidos, ni paseando con sus familias, ni pedaleando por primera vez en su reluciente bici del decathlon. Ponle la marca que quieras, el precio que quieras, la edad recomendada y las instrucciones de uso que sean, lo importante no es el juguete, o la ropita nueva, lo importante es la cara que se le queda al que lo recibe y la sonrisa que viste el que lo da.
Pero sin embargo, hay métodos para olvidarse del desamparo, para acercarse un poco más a los que están lejos y a los que están cerca, y el servicio de correos de su majestad es estupendo para ello.
También, claro está, están tus compañeros de exilio, aquellos que nos quedamos por motivos diversos en Londres el 25, el 31 o el 6 y que, como irreductibles íberos no nos dejamos achantar y nos traemos la navidad con nosotros.

Son curiosas las preferencias, y es que en navidad fuimos cuatro, mientras que en Nochevieja nos reunimos catorce, y bueno, ya para reyes estaba todo el mundo.
Eso sí, nada de privarse del sabor de los dulces navideños, el jamón, el queso, el solomillo, las croquetas, los canapés, la tortilla… todo gracias al lovely flat y sus ocupantes, una especie de comuna hippie, sin hippies, pero con mucha comuna.



Corrió el Lambrini, la cerveza y lo que se nos puso por delante, y el 31, yendo ya bien cargaditos, nos fuimos a felicitar a su majestad el año nuevo en el Buckingham Palace con unos espectaculares fuegos artificiales. Y ni boxing day, ni newyear’s day en muji fueron capaces de reducir a menos de 11 horas la fiesta de año nuevo, que se dicen pronto, pero se pasan volando.  Y la noche de reyes, en vez de acostarse tempranito nos pusimos finos de pulpo a la gallega, gulas, raxo, patatas alioli y croquetas de jamón en el (atención) centro gallego de Londres, con concierto de gaita, muñeiras y queimada con conxuro incluido, a grito de Luuume! En una noche de reyes que nunca me hubiera imaginado.


Y yo quiero mi regalo, y lo quiero cuanto antes, mejor.

y es tener noticias de cierto paquete procedente de oriente que tiene que llegar en breve a Málaga y que me va a tener en vilo hasta el último día.
Además, en una semana llega mi querida leti, que va a hacer carrera como diseñadora artística en tierras británicas como una campeona, aunque al principio tenga que lavar todos los platos entre tottenham hale y Chelsea.





Y con mucha luuuumeeee! Y mis mejores deseos para este 2013 me despido hasta la próxima. See you!!

PD: Días en tottenham Hale: 44 puñaladas: 0 eso sí: cristales rotos por intento de robo: 2, pero sin consecuencias, y que se atrevan! 

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