domingo, 10 de abril de 2011

Detmold, 10km (Nuevo Plan de estudios)

La primera semana de clases en la universidad ha sido un cambio curioso en la dinámica de mi estancia en Bielefeld, Ahora las clases no empiezan a las ocho y media, sino a las doce, tengo en total ocho clases diferentes, una se sociología, otra de introducción a la pedagogía de medios y una última sobre historia de la pedagogía, con sistemas de evaluación tan diversos como exámenes, trabajos y recolecta de papelitos verdes. Sí, exacto, si voy como mínimo a seis clases de una de mis asignaturas y recolecto seis papelitos verdes de los que me dan en la entrada, tengo los créditos asegurados. ¿Hola?

Estas son mis tres clases de pedagogía, todas ellas completamente en alemán, de las cuales consigo entender algo sólo gracias a que algunas partes del temario son parecidas a asignaturas que ya he visto, y para honrar a mi amigo fredy, tengo que decir que un tal Adorno aparece en cada una de ellas como representante de la teoría crítica moderna, tiembla chaval, estás a punto de perder el monopolio.

Pero claro, estas son las clases normales, luego están los cursos de idiomas, Alemán (Natürlich) e Inglés (of course) aunque el de inglés no empezará hasta la semana que viene.

Es curioso, pero creo que soy el mismo tipo que aprobó inglés por los pelos en el instituto y lo suspendió en selectividad, exactamente el mismo que ahora habla inglés (no digo que bien) las 24 horas del día. ¿El destino? No, la globalización.

Pero claro, lo verdaderamente interesante viene ahora, los lunes tengo clase de salsa, y los martes, de taekwondo, too gratis y organizado por la universidad, pero lo mejor de todo, mis tres últimos créditos me los voy a ganar mediante un…

espera…

sigue esperando…

sigue esp…

¡UN TALLER DE TEATRO!

(Lo siento, no pude esperar)

Un taller de teatro, tal y como podría ser el taller municipal pero en Bielefeld, Alemania, todo en alemán, pero igual de tremendamente divertido. Aquí Antoine son dos tipos súper simpáticos con los que estoy aprendiendo un montón de alemán, y el grupo está formado por unas cuarenta personas, y todos juntos vamos a montar una performance para representarla en una feria medieval en julio, nos iremos dos días, dormiremos en un camping, y representaremos un juicio en clave de comedia. La semana que viene elegiremos a los personajes que vamos a representar. (Yo personalmente elegiré a un mudo o a un tipo con acentazo extranjero que te cagas)

Aun así, diga lo que diga y haga lo que haga aquí, no puedo dejar de echar de menos a mi “y aparte” ni a “JCS”.

Los primeros van a actuar mañana en la diputación, y yo no voy a poder estar ahí. Así que, aunque sepa que no la necesitan, les deseo mucha mierda y que disfruten casi tanto como hagan disfrutar a su público. Porque cuando se apague la luz, el primer aplauso, ése, será el mío.

Y ahora dejemos las sensiblerías aparte, porque el sábado después de esta dura primera semana se la dedicamos a DETMOLD. A la ruta H, unos doce kilómetros de camino a través del bosque teutónico para visitar al señor Arminio, héroe germano que luchó contra tres legiones romanas en aquel mismo punto, una especie de Asterix alemán (con alitas en el casco y todo) que se convirtió en todo un símbolo de la Alemania unida del siglo XIX.

Y después llegamos a las Exterstaine, unas tremendas formaciones Rocosas consideradas un centro espiritual para paganos y cristianos. Yo no entiendo mucho de esas cosas, pero lo que está claro es que esta gente sabía elegir sus lugares preferidos.

Cuando uno se pasa demasiado tiempo en la ciudad se olvida de que hay algo más que asfalto para pisar, y que las distancias no tienen por qué medirse según lo que tarda el autobús. Si algo me gusta de Alemania son sus bosques. En Málaga parece que las ciudades, los pueblos y los campos de cultivo han arrinconado a los bosques contra las montañas y las colinas, como si fueran esos salvajes a los que hay que domesticar. Aquí, sin embargo, en cualquier espacio libre crece un árbol, generando una constante mucho más alentadora que las torres de acero de alta tensión y los parquecillos racionales de mi tierra junto al mar. Pero bueno, aún tenemos al menos el pinar detrás de medicina, algo es algo, ¿no?

Ahora llega aquí la primavera, y espero que a la liebre que vive en nuestro césped le gusten las zanahorias que le he dejado junto a la ventana, por lo pronto, nosotros nos vemos la semana que viene, así que… Stchüss!!

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