domingo, 15 de mayo de 2011

Semana 1 después de Cristo (Superstar) Eurovision’s fever.

Durante la Erasmus, tengo la sensación de estar empezando continuamente algo nuevo. Curso de alemán, clases en la universidad, curso de taekwondo, recibir compañeros nuevos, nuevo, nuevos, nuevas, nueva… no ha habido semana en la que no hubiera un “nuevo” queriendo llamar la atención. Y esta no va a ser menos, porque, después de casi dos semanas en mi tierra, empiezo una nueva etapa en Bielefeld, la más larga y la que va a durar hasta mi vuelta a finales de julio. Se acabó la adaptación, se acabaron las pruebas y los ensayos, este es mi sitio y si ya lo estaba aprovechando antes, ahora es cuando hay que darle fuerte de verdad.

Mi estancia en Málaga ha sido deliciosamente cotidiana por un lado, y volcada en la(s) obra(s) de teatro por otro.

Creo sinceramente que lo mejor de irte mucho tiempo fuera te hace valorar las cosas, que antes hacías constantemente y llegabas a considerar aburridas, de una manera diferente.

Durante estas dos semanas he ido a reuniones de los scouts, un consejo de campo incluido, he asistido a ensayos de Jesucristo superstar, he salido al centro, he ido al ensayo de teatro y aparte, he ido a la facultad, he comido, cenado y desayunado con mi familia, incluso me he peleado con mi hermano cuando estábamos diciendo lo mismo. En definitiva, lo mismo de siempre, pero diferente.

¿Por qué? Porque en realidad me encanta todo eso, y creo que sólo necesitaba quitarme de en medio una temporada para recuperarle el gustillo a mi cotidiana realidad. Pero si me quedo con algo es con mi gente, aunque signifique vivir doce días a base de pizzas, showarmas y hamburguesas (Y para compensar la comida de mi madre, bendita sea) para alcanzar a quedar con todos ellos, echar unas risas y ponernos al día. Evidentemente me ha faltado gente con la que quedar, pero bueno, espero tener una nueva oportunidad.

Llegar a casa de tus padres y que las patatas fritas con cebolla y pimientos te sepan a gloria no tiene precio, ir a granada a pesar de la tormenta para soltarle un “¿Qué tal mariquita?” a un tipo que anda por allí tampoco, por eso creo que me gusta andar perdido, porque cuando vuelves te sientes más en casa que nunca.

Y entre todas esas cosas, Jesucristo Superstar, con padrenuestro incluido al final y (Mariam me perdone) retirada discreta por mi parte. ¿Quizás triste porque se acaba? Ni de lejos. Esto sólo significa que en breve estaremos dando leña otra vez con algo nuevo, Próxima obra: Bodas de Máriam (una versión renovada y mucho más divertida que la original de Lorca).

Y ¿para qué descansar? Si uno puede llegar a las doce menos cuarto a Bielefeld y entrar en clase veinte minutos después, Terminar de ellas e irse directamente a comentar el viaje a casa de los compañeros, Todo sea para prepararse para volver a Düsseldorf para presenciar la locura de eurovisión en pleno apogeo. Aunque más locura es llegar a las seis de la tarde para volver a las siete de la mañana, pero eso es normal dadas las circunstancias.

Banderas por todas partes. Cerveza, cómo no, multitud de eurofans con la cara pintada y todos los bares abiertos hasta entrada la madrugada (todo fuera por darnos asilo hasta la salida de nuestro tren) Un país ganador del que no recuerdo ni el nombre y España en su merecido antepenúltimo puesto. Si es que va a tener que ir Nazareth para levantar el listón, que lo tenemos por los suelos.

Ahora eso sí, es mucho más divert

ido si vas con turcos, italianos, rusos, franceses, lituanos y rodeado de alemanes.

NOTA MENTAL: Algunas canciones hasta me han gustado.

Y ahora empieza la semana II después de Cristo Superstar, clases de taekwondo y la visita de mis dos clarinetistas favoritas que se quedarán de miércoles a lunes, y para las que tengo preparado un tour de lo más curioso.

Les digo ¡Hallo! A Marta y a Celia y ¡Stchüss! A todos vosotros, ¡Auf wiedersehen!

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